domingo, 23 de marzo de 2008

quizás si yo le pido un recuerdo me devuelva lo perdido.

[ como si nuestras bocas, a veces plurales... pero bocas en fin, protagonizaran el capítulo jamas contado de cine mudo.
eso, eso que vos leés y entendés por que... también respirás como yo, pero dejame, dejame ser verbo y consecuencia a la vez].

La princesa de éste cuento siempre quizo la verdad,
encontró y besó ese sapo (pero el príncipe no está).
Y si había una vez ¿por qué hubo tantas otras?
el final no fué principio, moraleja es tu boca.
Mi zapato tartamudo lagrimeaba en otros dedos
y las doce de aquel tiempo se durmió sin un te quiero.
¿Dónde está aquel que me quizo?
el que sónrió cuando yo estuve...
la verdad, después de todo, con ese principe ví nubes.
Despertamos en silencio, la carroza se hizo estrofa,
nuestras manos transparentes se dijeron tantas cosas...
¿Cómo explico "no es un cuento"? es mi vida en una hoja!
el recuerdo enamorado se marchó en una carroza.


...y entonces, una canción de madrugada/improvizada.
que sería de éste mundo sin los acordes...
tanto cabaret de sonrisa caminando por allá...
gracias a ellos, que nos salvan.

1 comentario:

Biga Beatle dijo...

Las canciones improvisadas de madrugada son aquellas en que el cuerpo mismo, (desde el pie izquierdo con el tempo latente a cada golpesito, hasta el antebrazo endureciendose en las posturas mas rigidas) nos impulsa a tocar lo más puro de nuestro alma... más aun cuando afuera hace frio y en la casa hay mucho silencio. Para mí es uno de los momentos más adecuados para componer.
:)

Es cierto, ¿que sería de este mundo sin los acordes?


gracias por la visita Rocío!
nos vemos en el próximo posteo.

exito!